Con tirantez atrevida
se ciñe tu camiseta
dejando a libre pensar
soñar que una mano inquieta
pueda en tu pecho posar
los pecados que cometa.
–
Y en los trazos de las venas
por el dorso de tu manos
marcaría el recorrido
por buscar con tal agrado
el néctar que me condena
como a desertor soldado.
–
La robustez de tu boca
el atrevido mentón
me acomoda en una idea
que es casi una insinuación
que a mordedura provoca
o autoplacer de rincón.
–
Y el maleante que hay disperso
en tu actitud dominguera
me hace suponer en cuanto
puede convocar tu hoguera
cuando te pienso en el manto
de esa pansexual esfera.
–
Las miradas roban tanto
que si por jurarlo fuera
me declararía en cantos
te daría lo que quieras
por amanecer rozando
alguna de tus laderas.
–
Tus contornos gustan tanto
como gusta primavera.