Lo primero que podemos pensar al leer el enunciado anterior de este punto, es que debemos ajustarnos a nuestras propias circunstancias. En todo caso, este, sin dejar de ser un principio lógico que previene frustraciones, no sería el epicentro de lo que pretendo transmitir en este paso. El primer punto de coherencia, inteligencia y lógica, sería enfocar nuestras expectativas en la verdadera realización. Realización ligada al saber que el mayor bienestar lo producen aquellos logros que derivan de nuestro crecimiento INTERNO. Con interno quiero englobar lo que representa el crecimiento espiritual, humano (no biológicamente hablando). Para conseguir mediante este logro inicial y dictador, el crecimiento externo (social, intelectual y económico). Ser seres efectivos en materia de sentimientos, razonamiento y cualidades humanas, nos allanará el camino para tener una mejor vida social, para enfocarnos en un intelecto útil, así como para alcanzar la satisfacción económica. La falta de humanidad no es indispensable para el tallado externo, pero al final del camino podrá desproveer de valor todo lo que se ha conquistado.
Muchas personas se desconectan del medio, no velan por un impacto social favorable, subestiman el aporte de otros y se encierran en un escaparate desde donde contemplan el momento con una actitud crítica y tajante. Es un modo de vivir, no despreciable por derecho, pero pobre en garantía de que la vida tendrá mayor trascendencia si mortales y billones somos. En cualquier caso, seremos un resultado acumulado de nuestras percepciones, vivencias y constructos. Lo que nos haría feliz, deberíamos ser, nosotros mismos, los primeros en tenerlo de certeza. Una vez lo descubramos, procuremos que el camino en su búsqueda no desencadene en un curso a ninguna parte, al reconocer la insignificancia irrefutable que representamos en un universo infinito.
Ninguna obra humana nos hará dioses sempiternos, si en carne nacemos y en carne morimos sin trascendencia y logrado conformismo colectivo. El mundo continúa en giros cada vez que un líder se ha perdido. A los que quedan, les resta seguir.