Estoy inmerso en el trabajo
no más que deber escurre del instante,
en asuntos que me afirman los distantes.
pero…
si sobre mi escritorio vago
entre ranuras, grapas y papeles
o colgando de un estante de niveles
está tu voz, está mi llanto.
–
Surcando va la gloria que ata tanto,
los trazos del castaño de tu cejo
constituyen el relleno del tintero,
aquí está la asimetría de tus dientes
cual insisto en que mi cuello tiente.
–
Asumo los detalles de tus palmas
en el cerrojo de esta puerta protectora
y en el sillón que me soporta
esta mi estuche que contiene lo que importa.
–
El paso de tu peso por mis atardeceres
me textea con pequeño dibujitos
en las teclas con sus símbolos marchitos,
que el amor va de más que de placeres.
–
Y si miras a través del ventanal
sobre el raso que a las nubes complementa
veo los vellos en tu pelvis reposar,
es razón de que me anime a completar
obelisco que en mis bajos ya revienta.
–
El soporte de algún foco me enternece
cuando dejo a mis adentros descansar
tras faena oscilatoria que arremete.
¡Obsceno ser a quien no dejas descansar!
–
No mas vida que fluidos me acompaña
como tonto me dejo gobernar
por un borde de escritorio que se apaña
siendo cama que pretende condenar
los instintos de un imbécil que se engaña
con la idea de tu néctar disfrutar.
–
Por poseerte derribo mil montañas
en instante de oficina que se empaña
con jadeos de este hambriento comensal.